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El FIB cierra su vigésima edición con una noche escocesa

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Con el cansancio acumulado haciendo mella, y el sol de la tarde volviendo a reinar, aunque sin matar a nadie, arrancaba la última jornada de la XX edición del FIB. Además, la resaca del día anterior debió ser considerable para buena parte de los asistentes, y se notó mucho que los fibers se lo tomaron con calma. A base de un goteo cadencioso, el recinto tardó bastante más de lo previsto en poblarse. Puedes ver todas las fotos en nuestro Flickr.

Blank Realm

Blank Realm

Ni que decir tiene que los valientes que nos dimos cita para ver a los australianos Blank Realm a las seis de la tarde, éramos muy poquitos, siendo el momento de saltar la banda a escena bastante desalentador, solos ante un mar de sol y cemento, más unos cuantos seres humanos desperdigados en busca de la sombra. Pero se lo tomaron con sentido de lo humor y arrancaron su recital directamente a la yugular, con Back to the Flood, el imponente comienzo de su aún caliente segundo disco, Grassed In. Y la verdad es que resultó todo un acierto hacer el esfuerzo, porque la banda ofreció un magnífico recital, frío, como decimos, por carecer de quien lo arropase, pero musicalmente imponente, con ese rock que tanto bebe de Sonic Youth y Pixies y que tan bien tamizan a base de diversas influencias de la historia del rock alternativo. Animosos, simpáticos, agradecidos y de calidad.

El hueco libre hasta la siguiente cita marcada lo gastamos en ver el comienzo de Drenge. Y en este caso no tuvimos tanta suerte. Pese a un comienzo prometedor, estos jóvenes británicos demostraron que aunque saben meter mucho ruido y sonar duros, aún necesitan pulir mucho más sus canciones. Por cierto, a la primera de cambio percibimos que el escenario Maravillas seguía sonando perfectamente bien si las cosas están bien afinadas y la banda trabaja, no como cerramos el día anterior. Pero como decíamos, había otra cita marcada en el programa, y nos fuimos a la cuarta canción.

The Presidents of the USA

The Presidents of the USA

Y es que de nuevo el escenario Trident llamaba nuestra atención. Allí acudían los Presidents of the USA, una banda que creció en Seattle a la sombra del surgimiento y explosión del grunge, y que ha sido de las pocas en saber sobrevivirlo mutando y adaptándose sin perder de vista su peculiar sentido del humor y modo de entender la música. Y la verdad es que casi por este prestigio es por lo que los escogimos, y porque nunca se nos habían cruzado en el camino. Nunca les he acabado de pillar del todo la gracia, pero señores, a veces la fama, aunque sea minoritaria y no masiva, hace honores a los galones que la ganan. El trío dio un sensacional concierto, desplegando rock y simpatía, y una técnica sorprendente: un guitarra con dos cuerdas haciendo de bajista y el otro con solamente tres. No faltaron, por supuesto, ni la en su día celebérrima Peaches, ni Lump, ni la versión que publicasen para su ruptura noventera del Video Killed the Radio Star.

Kodaline

Kodaline

Poco a poco empezaba a llegar la gente, aunque sin igualar en ningún momento las riadas humanas de las dos jornadas anteriores. Con una aceptable densidad de población frente al escenario Maravillas completaron los irlandeses Kodaline los 45 minutos de concierto que tenían asignados, en la que fue su primera actuación en España. Con estos chicos sabíamos a lo que íbamos: pop con tintes folk y muchísimos recuerdos de los primeros Coldplay, de modo que la cosa no podía complicarse demasiado. Cumplieron, no obstante, firmando un recital sencillo, bien medido y perfectamente ejecutado. Las primeras filas estallaron en numerosos vítores en los últimos temas y los irlandeses se mostraron muy agradecidos. Supieron intercalar habilidosamente el sonido de los banjos y las guitarras con sus edulcoradas progresiones sin que la cosa sonara excesivamente almibarada y eso ya es más de lo que hacen muchos de sus compañeros de generación. Seguiremos mirando qué hacen.

HozierHozier

Un poco por casualidad y por hacer tiempo acabamos en el Fibclub frente al también irlandés Hozier y su banda. Cantautor también con numerosos ramalazos de folk y soul y una nutrida delegación de fans visiblemente nerviosas entre las primeras filas, su intervención sorprendió para bien. Bastante más folkie que lo que hicieron Kodaline, pero también más íntimo y con una agradable riqueza instrumental sobre el escenario, el rato que pudimos verlos sonó sencillo y relajado, pero también muy eficaz. Por ahora solamente cuenta con un EP y algunos singles, pero este cantautor se convirtió en una de las sorpresas más agradables de esas que se encuentra uno mientras va a comprarse la cena entre concierto y concierto.

Travis

Travis

Turno para una de las citas importantes del día en el Maravillas. Una de esas actuaciones que a los veteranos nos trae muchos recuerdos y nos encaja en lo que se celebraba en este festival. Era la actuación de los escoceses Travis, aún con su último disco no muy lejano. Y una vez más, el grupo tuvo la conciencia de repartir su selección de temas para ofrecer cosas nuevas y levantar al público con sus grandes éxitos, que en su caso fueron bien sonados. Uno que los ha visto varias veces, en unas mejor, en otras peor, quedó ayer muy satisfecho con este concierto, en el que el irreconocible Frank Healy sacó a pasear su barba de Papá Pitufo (la “barba de escribir”, como él la llamó), y a sus compañeros de siempre, para resultar todo lo entrañables que ellos saben ser… y también rockeros y oscuros, que en un tiempo lo fueron, aunque fuera a ratos. Aunque jalonaron el repertorio de canciones que permitían que el público diera rienda suelta a sus ganas de cantar con ellos, reservaron la traca mayor para el final, resultando una preciosidad las interpretaciones de Turn, de la inevitable Why Does It Always Rain On Me?, un sorpresón personalmente inesperado con Blue Flashing Light, y para guardar en la memoria la entrañable Flowers In The Window, en acústico, y con malabares a cuatro manos con la guitarra acústica. Bello.

Chlöe Howl

Chloe Howl

El tiempo empleado en moverse de un escenario a otro nos hizo llegar a Chlöe Howl con su espectáculo ya comenzado. Con muchas menos alharacas escénicas que sus compañeras de generación que han poblado este festival, la anglodanesa confirmó que, si no la estropean, ni la mangonean, ni la convierten en un producto bobo, puede dar de sí. Esta jovencísima chica tiene una voz que va más allá de lo atractivo, muy personal e identificable, y la dejan practicar su estilo de baile apoyado en ciertas influencias de calidad, que hay que deshilachar, pero que bien pueden convertirla en una estrella de verdad y no en flor de un día. Habrá que verlo, Dissappointed o Rumour son singles que, bien entendidos, hablan por sí solos.

M.I.A.

M.I.A.

Muy pocas líneas vamos a dedicar a hablar de las cabezas de cartel de la noche, sencillamente porque no nos interesaban nada. Porque, para empezar, ¿nos han visto hablar alguna vez hablar en este blog de rap? No, ¿verdad? Pues es porque no nos interesa. Y una tiene que admitir que M.I.A. ya puede ser uno de los personajes más respetados del panorama musical de esta década, pero es que no me interesa, no me divierte y no me voy a quedar a ver un concierto suyo solo porque esté considerada cabeza de cartel. Vi algunas canciones, sí, mucho contacto con el público, mucho divismo, muchos bailarines que no paraban quietos ni medio segundo y mucha, mucha gente bailando. Supongo que si te gusta el género, es lo más grande que te puedes echar a la cara. Yo tengo otras preferencias.

Wolf Alice

Wolf Alice

Así que con nulo interés por M.I.A., de nuevo quedaba un hueco por llenar, y por primera vez voy a agradecer que un grupo tuviera un tiempo muy corto para desplegar su actuación. El motivo es simple: no hubiésemos podido ver entero el conciertazo de Wolf Alice. Los jóvenes londinenses sorprendieron a todos con su enorme calidad y gusto para darnos en la cara con un rock plagado de melodías, de ruido, de distorsiones, de guiños punk y proto-siniestros, de ramalazos grunge, y con un extraño concepto latente de darle a todo un toque pop que relanza el producto. Recordaban a los Placebo más siniestros de los noventa pero con una chica al frente que, lejos de lucir palmito, le arreaba unos mamporros a su Telecaster que ya quisieran muchos cabezas de cartel. Y entre medias, van y se marcan, a su aire, una versión del Wicked Game de Chris Isaak. Breves (ni media hora escasa y encima a la vez que M.I.A. estaban en el escenario principal), pero doblemente buenos.

The Charlatans

The Charlatans

Para esas horas había que emigrar corriendo a coger sitio a otra de las grandes citas, la que teníamos con The Charlatans. Poco hay que decir de este grupo, leyenda viva del indie británico, nacidos en aquel Madchester de finales de los ochenta, icono de la explosión del brit-pop de los noventa, supervivientes a los tiempos, aunque sin la pegada de antes, todo hay que decirlo, y banda con sus guiños en el tiempo al FIB, pues han sido testigos de la I, X, y XX ediciones. Grandísimo su recital, con un sonido impecable, llenando de baile el cemento del escenario Trident, entre guiris canosos, quizá, recordando sus años en la Haçienda, y jóvenes desatados pretendiendo bañar la luna de cerveza. Soltaron mucha artillería de inicio, desde que sonó el primer acorde de Just When You’re Thinking Things Over, y fueron desgranando himnos como North Country Boy, The Only One I Know, Weirdo, o ese gran final con One To Another. Y pese a que no acumularon tanta gente como a priori cabría esperar -de nuevo hay cosas que discutir a este respecto-, fueron un gran colofón al FIB.

Paolo Nutini

Paolo Nutini

Aviso: con la otra cabeza de cartel nos pasa lo mismo que con M.I.A.: no nos interesaba un pimiento. Se vio al escocés durante unos cuantos temas para tener una opinión sobre este ídolo de masas y sacarle unas cuantas fotos que muchos le habían pedido a una servidora, pero poco más. Puedo confirmar que sin duda “guapo” es una palabra que se queda corta para describir a este chico, y que tiene una voz francamente bonita y potente. Pero canciones, lo que se dice canciones… a mi no me interesa ninguna. Una conexión, eso sí, muy rápida y eficaz con la audiencia, muchas tablas sobre el escenario y una solidez en la garganta que merece alabarse. Pero, de nuevo: si no te gusta ni una sola de sus canciones y en otros escenarios pasan cosas que sí te interesan, no tiene sentido quedarse.

Slow Magic

Slow Magic

Y por otras cosas que sí interesan me refiero a Slow Magic en el Fibclub. Poca gente para su espectáculo, eso si, pero mereció la pena: poco sabemos de este DJ que ofrece sus actuaciones con una aparatosa máscara de soldador reconvertida en el rostro de un animal (¿es un lobo o un gato?) de colores y que combina sus beats y maquinitas con una loca percusión de la que se encarga él mismo (hablo en masculino porque aunque se tapa el rostro creo que se trata de un chico, aunque no pondría la mano en el fuego por esta afirmación). Electrónica atmosférica y compleja pero inevitablemente bailable y visceral que conectó de forma inmediata con los que allí nos congregábamos hasta el punto de llegar a llevar una de sus cajas más allá del cordón de seguridad para completar uno de los temas rodeado de gente. Ninguna palabra por su parte, pero numerosos gestos de agradecimiento motivados claramente por saber lo que había en el escenario principal mientras él tocaba. Una figura muy interesante para cualquiera al que le interese la electrónica más compleja y a la que esperamos encontrarnos de nuevo pronto.

Courteneers

CourteneersAún quedaban cosas, la única que nos interesaba fue un fiasco. Se trata de la actuación de Courteeners, una banda que tiene eso que de otros con mayor rendimiento en directo hemos dicho varias veces que no tienen: canciones, y que sin embargo tiraron por tierra de forma escandalosa lo ganado en estudio. Su cantante no canta, jalea desde la grada de un estadio de fútbol, la percusión atrona y embota todo lo demás, las guitarras suenan desafinadas, y en el colmo, a veces hasta entran a destiempo. Todo un despropósito para un grupo al que esperábamos como agua de mayo para disfrutar de las buenas canciones que, seguimos creyendo, tienen. Y sin embargo poco de todo esto pareció importar a la afición, que de nuevo, demostró que cuando el alcohol y las sustancias corren por las venas, y tienes delante a uno de los grupos de moda del pop británico, hay que darlo todo. Y eso hicieron. Nosotros pusimos punto final y nos fuimos a la cama.

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